“El trabajo que ha hecho el grupo Ukamau, el de construir una cinematografía con la mirada volcada hacia el mundo indígena, consideramos que fue un trabajo que se enmarca dentro de una estrategia política. Todo el cine del grupo Ukamau se caracteriza por ser un cine político, un cine que intenta participar del proceso de liberación del pueblo boliviano. En ese sentido, después de muchas experiencias, nos dimos cuenta de la necesidad de construir una narrativa propia.”
Jorge Sanjinés
Jorge Sanjinés ha utilizado el cinematógrafo como instrumento de búsqueda en dos líneas principales: la creación de un lenguaje artístico propio que le permitiera transmitir la enorme belleza y grandeza de la cosmovisión andina y la denuncia urgente de una realidad política injusta y de consecuencias dramáticas contra los pueblos indígenas bolivianos.
En La Nación Clandestina (1989),i la película que veremos en el ciclo «Resistències i Dissidències», encontramos la síntesis perfecta de esa doble orientación sanjinesiana. Por un lado vamos a ver el despliegue, ya maduro, de unas herramientas narrativas cinematográficas que le van a permitir transmitir conocimiento y sentimiento, desde un lenguaje próximo a la estructura de pensamiento de los pueblos originarios del altiplano boliviano. Así pues Sanjinés y el grupo Ukamau inventan una serie de estructuras expresivas que por ser cinematográficas son novedosas para la cultura indígena boliviana pero se aproximan con fidelidad sorprendente a sus ritmos internos, según Sanjinés: “Nuestro cine, creo que logró esa simbiosis en las limitaciones de su especificidad: al desarrollar el “plano secuencial integral” como mecanismo narrativo que se funda en la concepción cíclica del tiempo -propia del mundo andino-; al priorizar el protagonista colectivo sobre el protagonista individual, correspondiendo a la concepción andina de la armonía social; al conjugar el “suspenso” como recurso típico del cine occidental creando un “distanciamiento” reflexivo; al minimizar el uso del “primer plano” o “close-up”; al trabajar con los mismos protagonistas de hechos históricos como actores, etc. Recursos que en su conjunto constituyeron un lenguaje que viene del propósito de insertarse con fluidez, propiedad y autenticidad, en el diálogo con esas mayorías.”
La segunda parte de la ecuación sanjinesiana es el compromiso político frontal. Sanjinés y el grupo Ukamau operan desde una posición política muy definida: anti-fascista, anti-imperialista, algunos lo han calificado de marxista (aunque es difícil conjugar el materialismo histórico con el énfasis en la trascendencia superestructural aymara), en todo caso un cine de denuncia, que ha obtenido victorias políticas reales, como la expulsión del “Cuerpo de Paz” (Peace Corps) norteamericano del país a raíz de las revelaciones que se realizan en la película “Sangre de Cóndor” (Yawar Mallku, 1969), sobre las esterilizaciones masivas realizadas a mujeres indígenas en zonas de los Andes centrales en los años sesenta. ii
Es también llamativa su voluntad de ver el cine como espectáculo, entretenimiento, comunicación y difusión. Siendo un cine de una factura exquisita y de potente sensibilidad estética, nunca ha olvidado Ukamau, con Sanjinés a la cabeza, que hacen cine con el pueblo y para el pueblo. Su voluntad fue primero generar un lenguaje cercano a la lógica narrativa del campesinado indígena boliviano y con ello crear un producto cinematográfico con el que se sintiera identificada esta parte de la población sistemáticamente excluida de los medios tradicionales de representación. Después han llevado ese cine hasta el último rincón del país organizando pases acompañados de debates y generación de iniciativas participativas. La lógica de trabajo de Ukamau es participativa desde el rodaje hasta el visionado. Es imposible integrarse en comunidades aymaras sino es asumiendo la horizontalidad y el asamblearismo como forma rutinaria de trabajo. Y así lo hizo el grupo Ukamau, no sin dificultades al comienzo. Porque no hay que olvidar que ellos provienen de las clases medias ilustradas de la capital y su inmersión y recuperación de la cultura tradicional fue un proceso lento. Pero algo que cabe destacar de Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau, es su humildad, los intelectuales de izquierdas de América Latina han pecado de soberbia en numerosas ocasiones durante la segunda mitad del siglo XX, continuando con la invisibilización de las poblaciones originarias. No es este el caso del grupo Ukamau y ello es llamativo. Esta crítica a los intelectuales urbanos de izquierdas, llenos de racismo y clasismo, aparecerá en forma de alegoría en «La Nación Clandestina», personificada en el joven rubio de la camisa blanca.
A lo largo del ciclo “Resistències i Dissidències” hemos querido mostrar como el cine es una poderosa arma de comunicación y resignificación para los pueblos y personas excluidos de la corriente dominante, pero no queremos olvidar que el cine es una forma humana de creación artística y, como bien dice Jorge Sanjinés “en una obra de arte lograda, la belleza comunica no sólo placer sensorial, goce de proporciones, armonías, contrastes y formas coherentes, sino que ocurre en su encuentro el misterio de la emoción y de la alegría compartida. La emoción que sacude el ser, que motoriza la inteligencia en su más amplia perceptibilidad y que canaliza la posibilidad de entender la verdad de las cosas”
Nosotras esto nos lo creemos!!
iGran Premio Concha de Oro 37º Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, 1989; Premio Glauber Rocha de la Prensa Cinematográfica en el XI Festival de La Habana, Cuba, 1989; Premio Especial del Jurado, XI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, Cuba, 1989; Premio Kantuta de Plata Mejor Film Nacional, Festival Llama de Plata La Paz, Bolivia 1991
ii“Timon de Oro” en el 30 Festival de Cine de Venecia, Italia, 1969, premio “Georges Sadoul” al Mejor Filme Extranjero, Paris, Francia, 1969, el Gran premio “Espiga de Oro” XV Semana Internacional de Cine de Valladolid, España, 1970,